Estamos
acostumbrados a escuchar que la tristeza es una emoción negativa, que tiene
que ver con la depresión, con la pasividad.
Por ello, además de preocupamos por la tristeza de los hijos necesitamos
consolarlos y más, cuando nos sentimos culpables por ser sus causantes en
situaciones tales como la temida ansiedad de separación al dejarlos en el cole.
La percepción de
un bebé en las primeras semanas de vida le muestra el mundo como una
continuación de sí mismo. En un primer momento, las palabras, los brazos, el
olor de mamá le conforta y le proporcionan la seguridad necesaria para
adaptarse al entorno en el que se encuentra. Poco a poco irá dándose cuenta que
mamá está presente y también que no lo está. Y, un tiempo después sabrá que
aunque mamá no esté, lo estará. La tristeza no es posible sin esa primera
percepción de que mamá es diferente de mí.
La tristeza
es la emoción que se activa cuando el objeto amado desaparece y en esa
activación es imprescindible que la condición de amor esté ¿por qué? Sin
tristeza no hay reconocimiento del amor y de su pérdida. Cuando un niño es
capaz de decir “mami, te quiero mucho”
es porque antes ha sido capaz de sentir ese vacío que produce la falta de
aquello que lo llena y te llena como es mamá. Pero, la tristeza también
propicia el desarrollo de capacidades de autonomía y crecimiento porque
mientras mamá está ausente podemos aprender a calmarnos y llenar ese vacío de
destrezas, de imaginación, de recuerdos, de otras relaciones.
La tristeza
es la emoción que nos capacita para los buenos sentimientos y nos prepara para
afrontar y valorar los cambios, las adversidades, crecer en autoestima.
Hay un juego que
es habitual realizar con los niños pequeños en el que nos ocultamos detrás de
una tela para asomarnos, al cabo de unos instantes, causándoles sorpresa. Aunque
en los primeros momentos, puedan sentir cierto malestar al desaparecer de su
punto de visión, obtendremos una gran sonrisa si nuestra aparición llega llena
de alegría. Aquí tenemos una pista de cómo se consuelan los niños: entendiendo
y sosteniendo su malestar; mostrándonos tranquilos, sonrientes, amorosos;
ofreciéndoles nuevos descubrimientos, nuevas experiencias que fomenten la
confianza en ellos mismos y en los demás.
Es necesario
valorar la tristeza
para poderla gestionar adecuadamente en los hijos. Si tienes dificultades para conseguirlo en KASH-LUMN Family
Care te pueden ayudar, acompañar
a los padres en esa aventura que es la crianza de los hijos es parte de su
trabajo, aportando conocimientos y recursos.
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