Ya tenemos muchas
ciudades, pueblos, casas… engalanadas con cientos de luces, adornos y músicas
navideñas. Las fiestas están ya aquí y con ellas los regalos y para los niños
sus Majestades los Reyes Magos, Santa
Claus, el Caga Tió o demás
tradiciones que celebran la inocencia infantil cargándola de ilusión.
Los adultos
valoramos en exceso la inocencia infantil entre otras cosas porque nos permite
volver a ser niños ¿no os parece? Pararos un momentito a pensad y más cuando
estamos a punto (si no lo habéis hecho
ya) de visitar centros comerciales, tiendas especializadas, patear unos y
otros grandes almacenes en busca de ese juguete que el peque no nos para de
pedir o de la última novedad que apenas ha salido al mercado. ¿Qué estamos
haciendo realmente?
La sorpresa es una emoción
extraordinaria que empezamos a sentir en el momento que conectamos con la
posibilidad de asombrarnos. En los niños aparece muy pronto y va unida al
sentimiento de tristeza. Los humanos sentimos tristeza cuando perceptivamente
somos capaces de diferenciarnos de los objetos queridos y los perdemos. Cuando
esa pérdida es temporal y los objetos que amamos vuelven a aparecer, nos
sorprendemos gratamente. Ahí nace la
emoción de la sorpresa. El niño aprende que hay situaciones inesperadas que
producen satisfacción y se prepara anímicamente para ello. Por ello, a partir
de ese momento evolutivo, cualquier celebración nos preparará para dar y para
recibir sorpresas.
¿Qué ocurrió en la fiesta de su primer
cumpleaños? Globos, payasos,
regalos… miles de sorpresas acompañadas
de expresiones de diversión y felicidad!
¿Qué tiene la
ilusión del Caga Tió, de Santa Claus, de los Reyes Magos? MAGIA,
el poder de la fantasía, la posibilidad de convertir los sueños en realidad… y
hacerlo desde la oportunidad que nos da la emoción de la sorpresa. Ahora bien,
para que esta emoción no pierda su poder hay que cuidarla ¿cómo?
La emoción de la sorpresa cuenta con un
componente de excitación que si no lo gestionamos adecuadamente acaba por
malbaratarse ¿no os ha ocurrido aquello que cuanto más tenemos, más queremos? Pues
en los niños ocurre lo mismo pero aumentado, por ello la importancia de
dosificar, enseñar a esperar, tener paciencia.
Papás, mamás…
aprovechad estas fiestas para convertir la emoción de la sorpresa en una auténtica
aventura de aprendizaje mostrando su auténtico valor, no sobreestimuléis a los
peques con mil y un regalos, con mil y una experiencia, sus mentes infantiles
aprecian lo único y especial, probad y veréis que con poco tienen suficiente
para vivir la ilusión.
Desde KASH-LUMN Family
Care os desean a todos unas felices fiestas.
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