Las lentejas son
un alimento energizante, con pocas calorías y cargadas de minerales, vitaminas,
fibra y proteína.
Están riquísimas
en potajes, ensalada, humus, con pasta o arroz y, cada vez más, en platos “tres estrellas”, junto con foie, perdiz
escabechada, cigalas e incluso con tataki de atún rojo.
No necesitan
remojo, cuecen deprisa, son saciantes, apenas producen gases... Y todo ello
con pocas calorías.
Berasategui
las llama "el caviar del pobre",
por lo bien que saben y lo poco que cuestan y, quizás, porque piensa en una
variedad de lentejas beluga, negras y brillantes como el caviar, y que están
ahora en boca de todos los chefs.
La prueba es que
son beneficiosas para el intestino, el corazón, la diabetes tipo 2, la
obesidad y los bajones de energía.
Por algo los
humanos llevamos consumiéndolas desde el invento del fuego, mezcladas
con granos y semillas, hierbas y verduras o bien en guisos tradicionales.
Tanto si las
cueces tú mism@ como si las compras ya cocidas, las lentejas solucionan
infinidad de comidas. Cuando me sobran lentejas, las cuezo con muchas verduras
y las dejo un poco caldosas, las trituro junto con un buen chorro de aceite de
oliva, un par de cucharadas de salsa de tomate y un poco de vinagre y las
sirvo.
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