Empezamos a dejar
el frío y los ambientes grises quedan atrás. Los días se alargan, la naturaleza
empieza a retoñar, todo anuncia que estamos camino de la primavera y con ella
nos llega un estado de efervescencia que nos altera las neuronas. ¿Qué les pasa
a los peques? ¿Es eso cierto de que la primavera la sangre altera? ¡Algo debe
haber de eso!
Las festividades
tanto religiosas como paganas de estas fechas nos anuncian celebraciones y
rituales que invitan a los canticos, los bailes, a la fiesta. Con la Pascua,
los Carnavales… damos rienda suelta al fervor religioso y con él al desenfreno
que propicia el periodo antes de iniciar la Cuaresma. La permisividad de comer
hasta saciarse, escondernos tras un disfraz… nos da la oportunidad de contactar
con dos de las emociones más sanadoras de las que contamos en nuestro bagaje
emocional: la
sorpresa y la alegría.
Tanto la SORPRESA
como la ALEGRÍA
nos proporcionan estados de bienestar y placer que “alimentan” nuestro mundo interior y que, de alguna manera, reponen
y almacenan la energía necesaria para contar con recursos saludables ante
aquellas situaciones que lo requieran.
Sorprendernos
ante un disfraz espectacular, jugar al divertimiento de descubrir quién habita
tras el Superman de turno o emular serlo, estimula las neuronas y aquella parte
del cerebro que tiene a ver con el pensamiento fantasioso o imaginativo, con
hacer realidad los deseos de “ser lo que
quieras aunque sea por un día”. Alegrarnos con los placeres que nos ofrece
la vida: la luz del sol que estimula las pupilas y los poros de la piel, la
música que despierta las células auditivas hasta llegarnos al corazón, los
músculos que se activan con una carcajada o dos, o tres, o… el ritmo que
adquiere todo el cuerpo cuando nos da por bailar.
Acompañar a los
más peques de la casa en el descubrimiento de estas dos emociones nos da la
posibilidad de ayudarles a aprender el valor de las sorpresas y del sentimiento
que propicia la alegría. Pero si volvemos al principio de este escrito y
prestamos atención a su titular, caeremos en la cuenta que cuando la sangre se
altera no siempre las consecuencias son las más exitosas. ¿Qué ocurre cuando
las sorpresas y las alegrías nos desbordan?
Una crianza
emocionalmente saludable es aquella que acompaña el desarrollo de los hijos atendiendo
a su salud emocional. Para velar por la función de las emociones en cuanto al
aprendizaje de capacidades adaptativas es necesario comprender que sorpresas y
alegrías deben tener su límite. Si las malbaratamos correremos el riesgo de que
pierdan su función por ello es imprescindible que las acompañemos de espera,
paciencia, sepamos guardarlas y dejarlas atrás.
En KASH-LUMN Family
Care te ayudan a que ser padres
sea una aventura apasionante y que estos días los disfrutes alegrándote y
sorprendiéndote con y de tus peques.
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