Muchos de los alimentos que comemos tienen
azúcares añadidos entre los que se encuentran los azúcares refinados. Te
descubrimos cuáles son sus efectos en la salud.
¿Qué son los azúcares refinados?
Mientras que el azúcar natural es aquel que
encontramos naturalmente en determinados alimentos, los cuales son ricos en
azúcar y además contienen agua, fibra y vitaminas que ayudan a regular tanto la
absorción como el metabolismo del mismo, el azúcar refinado es el extracto
puro del azúcar, conteniendo solo sacarosa o sucrosa.
Esto significa que a este tipo de azúcares no le
acompañan nutrientes como las vitaminas, los minerales o la fibra naturalmente
presentes en la caña de azúcar o la remolacha.
Es decir, el azúcar refinado es efectivamente
extraído de fuentes vegetales, pero no tiene vitaminas, ni minerales, ni
enzimas, ni proteínas, ni fibra, ni microelementos que la conviertan en un
producto beneficioso para nuestra salud.
Como manifiestan muchos nutricionistas y médicos
especializados, en realidad el azúcar no es el problema de la actual epidemia
de sobrepeso y obesidad en la que vive inmersa la mayoría de la población
mundial, sino la grandísima cantidad de azúcar que se consume cada día, que
además suele comúnmente acompañarse de grasas poco saludables.
¿Cuáles son los efectos tan nocivos de consumir
azúcares refinados?
Para que nuestro organismo pueda digerir los
azúcares refinados nuestro propio cuerpo debe aportar los nutrientes necesarios
para su absorción. Si tenemos en cuenta que este tipo de azúcares no os
contienen (y por tanto no los aportan),
nos encontramos con que el azúcar refinado es un auténtico ladrón de
nutrientes.
O, dicho de forma más adecuada nutricionalmente
hablando, solo estamos ingiriendo calorías vacías. Es decir, se trata de
un producto que no aporta ningún nutriente. Pero para entenderlo mejor debemos
averiguar un poco más acerca de cómo nuestro organismo digiere el azúcar
refinado.
Los azúcares refinados, como por ejemplo es el
caso del azúcar blanco refinado, son una combinación de la glucosa y la
fructosa (dos azúcares simples).
En nuestros intestinos encontramos una enzima
conocida con el nombre de sucrasa, capaz de descomponer rápidamente la sucrasa
en fructuosa y glucosa. En este momento, la glucosa es absorbida por nuestro
torrente sanguíneo, mientras que el exceso de ésta es almacenada en el hígado.
Por cada 100 mililitros de sangre se estima que hay un proceso de 100
miligramos de glucosa, lo que se traduce en 1 gramo de azúcar por cada litro.
Cuando la concentración de azúcar en sangre
aumenta por encima de este nivel, nuestro páncreas comienza a liberar insulina,
una sustancia química con la que neutraliza la glucosa y disminuye el nivel de
glucosa en la sangre. Sin embargo, cuando la concentración baja es el hígado
quien libera la glucosa almacenada, en forma de una sustancia conocida como
glucógeno.
Como es de suponer, el problema no es que
consumamos azúcar, sino que actualmente la mayoría de alimentos procesados
contienen una cantidad excesiva de azúcares simples o refinados.
Pongamos un
ejemplo: tomar una
simple taza de café con mucha azúcar, y además lo acompañados de unas cuantas
galletas o un donut. ¿El resultado? Acabamos de ocasionar a nuestro organismo
lo que podríamos traducir como una hiperglucemia, provocando que nuestro
páncreas trabaje de forma casi desesperada a producir insulina.
A diferencia del azúcar natural que sí aporta
nutrientes esenciales, en el caso del azúcar refinado nos encontramos con que
no contiene fibra, ni minerales ni vitaminas. Es decir, solo nos aporta
calorías vacías.
Es más, cuando penetra en nuestro organismo en
realidad se encuentra separado de los componentes nutritivos que sí encontramos
en la planta de la que se obtiene de forma totalmente natural.
Como resultado, tiende a equilibrarse atrayendo
sobre todo minerales (como el hierro,
fósforo, calcio y magnesio) y vitaminas del grupo B con el fin de
absorberlo, de forma que puede ocasionar desmineralización y déficit de
vitaminas.
Predispone a la obesidad y a la diabetes
Se trata de un producto que influye de forma casi
directa en el aumento de peso y también en la aparición de diabetes, dado que
el azúcar refinado tiende a entrar de forma rápida en nuestro torrente
sanguíneo, ocasionando fatiga en el hígado y cierto “estrés” en el páncreas, ya
que debe segregar una grandísima cantidad de insulina.
El resultado es evidente, a la vez que peligroso:
mientras que a corto plazo tiende a impedir que nuestro organismo sea capaz de
asimilar correctamente los alimentos, a largo plazo influye finalmente en la
aparición de la diabetes.
Con la obesidad ocurre lo mismo: al producir picos
rápidos de insulina la glucosa termina por convertirse en reservas de grasa,
llevándonos a un evidente aumento de peso.
Otros efectos negativos en nuestra salud
Además de los efectos negativos en nuestra salud
indicados anteriormente, también existen otros que debemos mencionar:
Acidifica la sangre.
Debilita nuestro sistema inmunitario.
Crea dependencia.
Aumento de caries dental.
¿Y cuál es la clave para consumir menos azúcar?
Leer siempre las etiquetas que contienen los
ingredientes de cada producto, ser más conscientes de esta problemática y
tratar de reducir su consumo de forma directa, optando preferiblemente por
hidratos de carbono de asimilación lenta.